El Día de la Mujer Trabajadora es una efeméride que, con el correr de los años, no ha perdido vigencia. Cada 8 de marzo se sigue recordando a aquellas mujeres que, en 1911, perdieron su vida en un trágico incendio mientras reclamaban igualdad de derechos sin distinción de género. Si bien han pasado más de 110 años, ese pedido aún es actual.
Al calor de las luchas feministas, el escenario, sin dudas, ha mejorado, pero el camino aún es largo y la desigualdad sigue siendo moneda corriente. Atendiendo a este pedido, que sigue sin encontrar una solución efectiva, la Sociedad Argentina de Neurociencias decidió concentrar esfuerzos y crear una Comisión de Género y Diversidades, que trabaja para promover y garantizar la igualdad de oportunidades.
“Es evidente que hay que trabajar activamente para revertir esta situación de desigualdad. Se tiene y se debe abordar por distintos flancos y desde todos los espacios posibles, siendo la SAN uno de ellos. Esta nueva Comisión ya está trabajando en varias propuestas, algunas con alcances temporales más inmediatos y otras a mediano o largo plazo”, señala Verónica de la Fuente, integrante de la Comisión e investigadora de CONICET que estudia circuitos neuronales y aprendizajes sociales en el instituto IFIBYNE.
En el corto plazo, la Comisión buscará que todas las actividades que se organicen desde la SAN estén atravesadas por una lente de género. “Este enfoque tiene que velar por la participación diversa en las actividades que se propongan y, además, debe revisar y garantizar que la comunicación por parte de la SAN sea inclusiva. La población que se siente interpelada cuando se convoca a científicos ya no es la misma que cuando se utiliza un lenguaje que incluya a toda la comunidad”, ejemplifica de la Fuente.
“Para el mediano y largo plazo -continúa la investigadora- ya estamos trabajando en varios proyectos. Por ejemplo, uno es la organización de charlas anuales de formación sobre temas de ciencia y género, y violencia laboral, idealmente dictadas por especialistas en esas temáticas. Otro, es la organización de actividades de sensibilización, visibilización y discusión de temáticas de género y diversidad en ciencia que tengan lugar durante el encuentro anual de la Sociedad”.
La investigadora señala que, a su vez, “es parte del objetivo buscar y conseguir financiamiento no solo para estas actividades mencionadas, sino también para poder brindar ayuda económica específica para facilitar la asistencia de aquellas personas que tienen que asumir gastos extra para el cuidado de niños o adultos a cargo”.
Un problema histórico y multicausal
“El avance de la ciencia necesita pluralidad de ideas y opiniones, y la diversidad de personas que participen en ciencia aporta muchísimo en este sentido. Sin dudas, el rol de la mujer científica es esencial no solo para la producción del conocimiento científico en sí mismo, o para lograr representatividad y fomentar la diversidad de personas que hacen ciencia, sino también para que la misma ciencia sea inclusiva en cuanto a sus objetivos y alcances” menciona de la Fuente recordando un caso que demuestra la importancia de la participación de las mujeres en la investigación.
“En muchas áreas de investigación, incluyendo las neurociencias, los sujetos experimentales sobre los cuales históricamente se realizaron la mayoría de las investigaciones, eran machos. La razón o excusa más usada era que las hembras tienen una variación hormonal importante que puede afectar los resultados o darles más variabilidad”, recuerda la especialista.
“De esta manera -resalta de la Fuente-, por mucho tiempo la construcción del conocimiento fue, en gran parte, hecha en base a infinitos resultados usando machos, pero cuyas conclusiones eran extrapoladas a la población en general. Esto trajo incluso problemas a nivel de salud humana. Hoy en día este problema está más visibilizado, y ya la mayoría de quienes evalúan subsidios y proyectos exigen que los estudios no se hagan solo en machos”.
De la Fuente destaca que, afortunadamente, en Argentina el nivel general de participación de la mujer en el ámbito científico es bueno, pero, al mirar el desglose de los datos, hay algunas alarmas encendidas. “Según datos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, hay casi un 50 por ciento de participación global de mujeres en actividades científicas. No obstante, si una estudia con más detenimiento este relevamiento ve que esa participación es desigual en, al menos, dos aspectos”, detalla la investigadora.
“Por un lado, hay disciplinas en las que las mujeres participan menos que los varones, por ejemplo, ingeniería, matemática y tecnología, sectores que atraviesan mucho a la SAN por su carácter multidisciplinario. Y, por otro lado, cuando se mira la participación de la mujer en los estratos de jerarquización, se ve que hay menos mujeres ocupando cargos de alto rango y en los que la toma de decisiones es clave”.
Estos hechos, a los que se hace referencia con términos como “piso pegajoso” y “techo de cristal”, se dan por diferentes motivos. Por mencionar algunos, el trabajo doméstico y el cuidado de personas en el hogar, que recaen mayormente en mujeres, la maternidad, factores socioculturales, sesgos implícitos y explícitos afectan más marcadamente las trayectorias académicas de las mujeres”, enumera la investigadora.
“Personalmente -comenta de la Fuente- creo que uno de los desafíos que tenemos en la comunidad científica general es mostrar que no hay un único camino exitoso para hacer ciencia. Una buena forma de abordarlo es visibilizando historias de vida de personas que hayan tenido recorridos distintos. Desde la Comisión esperamos también poder aportar en este sentido y promover una ciencia con igualdad de oportunidades”, concluye la doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires.