El interés de las personas sobre conocimientos básicos de neurociencias ha crecido considerablemente en los últimos años y esto se debe a que su correcta aplicación ha probado ser muy beneficiosa. Conocer cómo funciona la memoria y cómo se dan los procesos biológicos asociados al sueño permite encarar la vida de una forma mucho más propicia.
En pos de acercar esta información a la población general, la Dra. Cecilia Forcato y la Lic. Vanessa Vidal, investigadoras del Laboratorio de Sueño y Memoria del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), dictan un curso que busca acercar conocimientos teóricos de la neurociencia del sueño y la memoria a la comunidad en general y a la comunidad educativa, en particular. El curso llamado “La Neurociencia como herramienta para incrementar el rendimiento académico” cuenta con el apoyo de la SAN y cerca de 200 personas participaron en la edición 2021.
“Estos conocimientos teóricos tienen una gran potencialidad de aplicación práctica en el ámbito educativo y en el día a día de cualquier persona que quiera estudiar alguna temática que sea de su interés, así como también rendir mejor en su trabajo”, señala la Dra. Forcato, responsable de este curso de ocho clases que se dictó una vez por semana en modalidad virtual y sin costo alguno.
Una gran herramienta para la comunidad educativa
Un montón de factores intervienen y hacen que el proceso sea más o menos exitoso a la hora de estudiar y aprender. Para las responsables del curso, entender el funcionamiento de la memoria permite encarar el estudio con más herramientas para hacerlo con resultados positivos.
“Lo que planteamos desde el curso no es estudiar más tiempo, o repetir mayor cantidad de veces la misma información para aprender más. Por el contrario, la aplicación de estrategias derivadas del conocimiento en neurociencias nos permite aprovechar de manera más eficiente las sesiones de estudio”, subraya Forcato.
Para las investigadoras, estos contenidos resultan importantes de incorporar en todos los sectores de la educación. “Por un lado, podría aportar a que el proceso de aprendizaje de los contenidos sea más ameno. Por otro lado, podría beneficiar a los y las docentes ya que se brindan herramientas que pueden aplicar en sus clases, tanto a la hora de transferir los conocimientos como de evaluarlos. Incluso, podría impactar en las personas que toman decisiones sobre esta área”, explica Vidal, becaria doctoral del CONICET.
“Por ejemplo -indica la investigadora adjunta del CONICET-, el ser capaces de aumentar nuestra capacidad de atención, favorecer el guardado de información de interés, aumentar nuestra capacidad de codificar (o sea, de aprender) tiene un impacto directo sobre el rendimiento académico”.
El sueño, un factor fundamental para el aprendizaje
Para mejorar el rendimiento académico, las investigadoras señalan que se debe contemplar el rol del sueño en los procesos de aprendizaje y guardado de la información. “El sueño tiene múltiples roles en la vida de un organismo, pero dos de ellos están directamente vinculados a la memoria y por ello resulta relevante para los procesos de estudio”, subraya Forcato.
“Por un lado -continúa-, cuando estamos despiertos nos encontramos expuestos a un bombardeo constante de estímulos. Este hecho se refleja a nivel global en nuestro cerebro como un aumento en la fuerza con que se conectan las neuronas que están implicadas en la codificación de esa información”.
“Luego, mientras dormimos, hay una reducción de esa fuerza sináptica. Dicho de otra manera: hay una ‘limpieza’ general de las conexiones entre las neuronas, lo que nos permite poder seguir codificando información al levantarnos. Es por ello que dormir bien mejora nuestra capacidad de aprender cosas nuevas cuando nos despertamos: una siesta corta es muy recomendada para ser introducida en centros educativos de todos los niveles”, ejemplifica la especialista.
Dormir bien para memorizar mejor
El sueño también resulta troncal para la consolidación o el ‘guardado’ de memorias específicas. “Mientras aprendemos algo, esa información es codificada en el hipocampo, nuestro centro de almacenamiento temporal de la información, y en la neocorteza, el centro de almacenamiento permanente. Durante el sueño, esa nueva información se reactiva espontáneamente en el hipocampo y se transfiere a la neocorteza”, explica Vidal.
“Una vez que está allí -continúa la licenciada en Biología- se redistribuye favoreciendo su consolidación, su integración con información previamente almacenada y su persistencia en el tiempo. Si bien estas reactivaciones ocurren de forma espontánea mientras dormimos, uno puede inducirlas presentando claves asociadas a lo que se haya aprendido antes de ir dormir”.
En el curso, se profundizan estas herramientas con las que, por ejemplo, se puede asociar un aroma con un contenido curricular e inducir una reactivación de la memoria con dicho aroma al dormir por la noche. Así, se incrementa el guardado y la persistencia de esa información.
“Una de las cosas que más disfrutamos de nuestro trabajo es aportar desde nuestro lugar a los ambientes que pueden verse beneficiados por los avances en ciencia y tecnología y, para eso, es indispensable la colaboración en conjunto y el interés mutuo”, concluye Forcato.
Quienes estén interesados en adquirir estos conocimientos, se pueden inscribir en las próximas ediciones del curso en https://www.labsuenoymemoria.com/cursos