La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el pasado 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, y el mes de abril es considerado como el mes para la visualización de este trastorno del desarrollo.
El autismo es una condición diversa y singular, de espectro muy amplio, que tiene origen neurobiológico (diferentes circuitos neuronales resultan afectados durante el desarrollo embrionario) y se caracteriza fundamentalmente por peculiaridades o desafíos en la esfera de la interacción social, la comunicación, la flexibilidad cognitiva y adaptativa, y una hiper o hipo sensibilidad en el procesamiento de la información sensorial.
A pesar de que etimológicamente autismo se refiere al término “uno-mismo”, por la creencia de que estas personas se “aislaban” en sí mismos de forma voluntaria, se ha visto que esto no es así, sino que es su dificultad para establecer relaciones sociales o para comportarse según los estándares aceptados lo que les hace parecer solitarios o aislados. Si bien es cierto que en muchos casos las personas con autismo tienen dificultades en comprender y predecir la conducta, emociones, o intenciones de otras personas (lo que se define como teoría de la mente), eso no significa que no tengan sentimientos; al contrario, se sabe que son personas altamente sensibles, sólo que expresan sus emociones de manera diferente.
Existen distintas alteraciones neurobiológicas que se producen en las personas con una condición del espectro autista. Estas incluyen, entre otras: 1) alteraciones en la formación o actividad de ciertos circuitos neuronales durante el desarrollo de la corteza cerebral, 2) anomalías estructurales en múltiples sistemas neuronales implicados en circuitos sociales como la amígdala, los ganglios basales, el cerebelo y la corteza prefrontal, 3) alteraciones del desarrollo inicial de algunas sinapsis en los circuitos de conexión entre áreas corticales de procesamiento complejo, y 4) disfunciones en el recorte sináptico (poda neural) en los primeros años del desarrollo de la corteza.
En el caso de las funciones ejecutivas, éstas también están alteradas en muchos casos de personas con algún trastorno o condición neurocognitiva. Así, estas personas pueden tener dificultades a la hora de planear y anticipar las tareas, o de iniciarlas y finalizarlas, por lo que en muchos casos es necesario el uso de apoyos visuales, como pictogramas, y de agendas que definan el principio y el fin de las tareas. En otros casos, la falta de flexibilidad y la rigidez conducen a una limitación de la creatividad, de la espontaneidad, y de la adaptación a los entornos, y en algunos casos a una repetición continua de la conducta o a un empleo estereotipado de los objetos y/o juegos. La función de la inhibición también suele estar alterada o impedida, lo que ocasiona dificultades en dirigir la atención hacia tareas concretas o en contenerse a la hora de tener conductas inadecuadas o no aceptadas socialmente. Por último, la capacidad de mantener la información en la mente durante la transición de tareas complejas para recordar los pasos que se han de seguir para realizar una tarea, es decir la memoria de trabajo, está en ocasiones disminuida.
En la actualidad, se sabe que aproximadamente 1 de cada 54 personas tiene autismo. Aún así, la estigmatización y la discriminación asociadas a la neurodiversidad siguen siendo los principales obstáculos para la inclusión de las personas con autismo. Involucrarse en su forma de pensar y tratar de conocerlos y comprenderlos nos va a ayudar a facilitarles herramientas o hacer modificaciones que mejoren su calidad de vida. Así como nuestro cerebro se adapta a las necesidades del entorno, es importante eliminar los prejuicios existentes y adaptar el entorno acorde a las diferentes necesidades de todos los seres humanos.
Argentina es uno de los países con los mejores equipos de evaluación e intervención terapéutica de esta condición. Eso, sumado a la calidad humana de sus profesionales, hace que los diagnósticos y tratamientos tempranos, tan importantes en estos casos, sean pioneros en nuestro país. Una intervención a tiempo y una optimización de los apoyos necesarios pueden resultar en que el niño con autismo sea el día de mañana un adulto con una vida laboral y social plena y autónoma. Es por ello que todo el entorno del niño, padres, familiares, docentes y terapeutas, deben trabajar en equipo y transformar limitantes en facilitantes, ayudándolo a desarrollar al máximo su capacidades y a sentirse plenamente realizado y aceptado.
Sara Sanz Blasco
Investigadora del CONICET en ININFA (FFYB-UBA)
Mamá de Leo, 5 años, diagnóstico de autismo