De entre todas las demencias identificadas y estudiadas, el Alzheimer probablemente sea una de las más conocidas y divulgadas. Tal vez esta característica radique en su frecuencia: según datos de la Organización Mundial de la Salud, acapara entre un 60 y un 70 por ciento de los casos de demencia, a nivel mundial. Además, el mayor incremento en la prevalencia, en los últimos años, se dio en América Latina.
La aparición de esta enfermedad, indica la medicina clínica, incluye síntomas como apatía, déficit cognitivo, depresión y hasta desinhibición en el comportamiento, lo que lleva, muchas veces, a confundir al Alzheimer con enfermedades psiquiátricas. Pero, a diferencia de estas últimas –donde los fármacos pueden mejorar o regular las actividades de neurotransmisión, entre otras-, el Alzheimer implica una progresiva e irrefrenable muerte neuronal.
El devenir de las investigaciones y estudios en torno a este padecimiento parece ofrecer, en primer nivel, dos realidades. Por un lado, en los últimos años se ha avanzado enormemente en el diagnóstico, mucho más preciso, efectivo y rápido que años atrás, lo que posibilita saber cuáles son las áreas afectadas del cerebro, el nivel de progresión de la enfermedad y planificar, así, el tratamiento y la sintomatología de una forma mucho más precisa. Pero, por otro lado, no hay, aún, tratamientos ni terapias que puedan frenar –ni mucho menos revertir- la muerte neuronal.
“Desde el punto de vista neuropatológico podemos hablar de dos características puntuales, en la Enfermedad deAlzheimer. Por un lado, hay una acumulación patológica, dentro de las células, de una proteína llamada tau, que cumple varias funciones normales específicas, pero en este cuadro se acumula anormalmente en ovillos intracelulares. Por el otro, hay una acumulación por fuera de las células de un material que se llama placa amiloide, producido y liberado por las propias neuronas”, detalla la doctora en Ciencias Biológicas Elena Avale, investigadora independiente del CONICET y miembro de la Sociedad Argentina de Neurociencias (SAN).
Tratamientos: qué se hizo, qué se estudia y qué se espera
Actualmente, se están llevando a cabo varias líneas de investigación para elaborar y testear drogas que actúen contra el Alzheimer. Una de ellas es el caso de Aduhelm, de la compañía Biogen, aprobada por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) y que apunta a eliminar la formación de la placa amiloide a nivel extracelular. “El problema con esta terapia es que no tiene en cuenta la otra parte del problema, que es la acumulación a nivel intracelular de la proteína tau”, alerta Avale.
“Las principales terapias, como es el caso de Aduhelm, están basadas en anticuerpos monoclonales. Si bien en el caso de esta droga la eliminación de los depósitos cerebrales –es decir, de la placa amiloide- parece ser exitosa, esto no se traduce en una mejora clínica evidente”, señala, por su parte, Alfredo Lorenzo, investigador independiente del CONICET con sede de trabajo en el Instituto Ferreyra (INIMEC-CONICET-UNC) y miembro de la SAN.
Lorenzo señala además que, en el caso particular de Aduhelm, “el proceso de aprobación fue muy controvertido, ya que las evidencias científicas no apoyaban la decisión tomada por la FDA”. “Con posterioridad, además, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) negó la aprobación solicitada para el uso comercial de Aduhelm, y esto fue seguido por negativas similares en otros países. Finalmente, se descontinuó la oferta comercial de este tratamiento”, profundiza el investigador.
En este sentido, Avale suma que hay otras drogas que también están en fase de ensayo clínico y que no han sido aun aprobadas por la FDA. Un grupo de ellas busca inhibir la acumulación de la proteína tau a nivel intracelular. “En ese grupo tenemos dos categorías. Están las que buscan que este exceso de proteína no se propague de una neurona a otra (mediante anticuerpos monoclonales contra tau), y están las que buscan que la proteína directamente no se sintetice –es decir, no se elabore- dentro de la célula”, detalla la investigadora.
Esta última línea de investigación busca demostrar si esta inhibición de la síntesis de la proteína tau trae un beneficio para los pacientes, aunque Avale advierte que también hay mucha controversia en la comunidad científica y médica respecto a esta metodología.
“Si bien es verdad que una acumulación patológica de la proteína tau hace que una neurona se muera, también sabemos que la proteína cumple funciones normales en la neurona. Si eliminas la totalidad de esta molécula‘multifunción’, vas a estar afectando funciones esenciales de la célula”, alerta la científica, quien agrega, a su vez, que todos los ensayos experimentales y clínicos siempre buscan analizar no solo el beneficio para los pacientes, sino, también, los potenciales efectos adversos. “Hoy por hoy, no hay un tratamiento realmente efectivo y seguro para detener esta enfermedad”, apunta.
En búsqueda de la ansiada cura
Lorenzo considera que, en muchas ocasiones, se sobredimensiona la relevancia de los hallazgos científicos, transmitiendo una información errónea de que un tratamiento para el Alzheimer está próximo a implementarse.
“Lamentablemente, creo que la realidad indica lo contrario – sostiene el investigador del Instituto Ferreyra-. Son innumerables los desarrollos terapéuticos que han fracasado, y, seguramente, seguirá ocurriendo lo mismo en los próximos años. Si bien hemos aprendido mucho de la patología, lo que sabemos es aún insuficiente para lograr una terapia racional. La complejidad del cerebro es tan inmensa que no conocemos su funcionamiento normal con suficiente detalle como para entender las disfunciones que genera una patología degenerativa”.
Para el investigador, es necesario seguir develando el funcionamiento normal del cerebro para lograr diseñar terapias racionales, tanto para el Alzheimer como para las patologías del sistema nervioso. “Quizás esto resulte desalentador para los que esperan resultados más inmediatos- concluye el especialista-, pero creo que aún necesitamos muchos años más de investigación para alcanzar un resultado en la lucha contra el Alzheimer”.
Desde la perspectiva de Avale, por otra parte, el próximo paso en la lucha contra el Alzheimer es la terapéutica. “Creo que, si se invierten bien los recursos y se optimizan los esfuerzos, dejando de lado intereses económicos cortoplacistas, en las próximas décadas vamos a ver un avance significativo en el tratamiento del Alzheimer. Para eso es necesario promover la investigación en todos los niveles, contar con organismos que proveanfinanciamiento para hacer investigación básica de calidady con una comunidad científica que trabaje de manera mancomunada y responsable”, resalta la investigadora delInstituto de Investigaciones en Ingeniería Genética yBiología Molecular (INGEBI- CONICET).
Para la doctora, además, este escenario “es esencial en cualquier ámbito de la ciencia, pero en particular, investigar en temas de relevancia para la salud humana implica una responsabilidad no solo científica sino también social”. “Indiscutiblemente, el camino siempre es saber más para curar antes y mejor. Y cualquier terapia, para cualquier enfermedad, se apoya en los pilares de la investigación básica”, concluye.