Por primera vez en su historia, la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Neurociencias cuenta, entre sus integrantes, a becarios y becarias. En esta nota, analizan los desafíos de la entidad de cara al futuro, las ventajas que supone la virtualidad en materia del Congreso y por qué es tan importante la interacción entre comisiones, para el crecimiento de la Sociedad.
Contrariamente al imaginario social, donde las visiones se suelen reducir a estereotipos, el mundo científico es enormemente heterogéneo y diverso. No sólo por los intereses, temas y disciplinas que se trabajan, sino por las procedencias geográficas, los géneros y, especialmente, las edades. Además de ya consagrados investigadores e investigadoras, que llevan décadas de experiencia en el ámbito, los avances de la ciencia también están impulsados por becarios, becarias y jóvenes investigadores que realizan sus primeros pasos. ¿Qué piensan, qué visiones tienen y cuáles son los objetivos de estas nuevas generaciones?
Por primera vez, la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Neurociencias (SAN) contará con becarios y becarias entre sus integrantes. Para Santiago Ojea Ramos, licenciado en Psicología y becario doctoral del CONICET, trabajando en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE-CONICET), estructuras como la SAN suponen un fuerte apoyo para la formación como científico. “Formar parte de la SAN es formar parte de una comunidad. Te da la posibilidad de tejer relaciones sociales con otras personas nucleadas bajo un mismo interés, a pesar de la diversidad de áreas temáticas que se encuentran representadas en esta comunidad”, asegura.
En este sentido, espacios como el Congreso realizado por la SAN, que agrupa a referentes del campo a nivel local e internacional, también supone, para estos jóvenes investigadores, una oportunidad de enriquecimiento laboral. “La Reunión Anual es un lugar que permite presentar tu trabajo a la comunidad y recibir feedback sobre el mismo. Además, posibilita el encuentro con colegas para posibles colaboraciones o ayuda para resolver problemas. A su vez, funciona como vía de comunicación para la postulación a becas, difusión de cursos, oportunidades de financiamiento y otras informaciones relevantes para nuestra carrera”, enumera Ojea Ramos.
“Participo de las reuniones de la SAN desde 2015, primero como estudiante de grado y luego como estudiante de doctorado”, cuenta Florencia Fernández Chiappe, becaria doctoral del CONICET e integrante de la Comisión Directiva de la SAN. “Estos Congresos fueron experiencias muy enriquecedoras, tanto desde lo académico como desde lo humano. Tuve oportunidad de conocer a muchísimxs científicxs, con lxs que pude comentar mi trabajo y de lxs que pude recibir críticas constructivas y nuevas ideas para que mi trabajo siga avanzando, siempre tratándome con respeto y sin subestimarme en ninguna oportunidad”, agrega.
Para Fernández Chiappe, quien realiza su beca en el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (Sociedad Max Planck-CONICET), este último aspecto es clave en la experiencia dentro de la ciencia. “Que a lxs estudiantes se nos trate como pares me parece un aspecto fundamental de mi desarrollo académico y del de mis compañerxs. Creo que es una pauta implícita en nuestras reuniones y eso lo celebro, y creo y espero que se mantenga en las próximas generaciones”, agrega.
Navegando en aguas virtuales
Adaptar la larga tradición de los Congresos de la SAN a las modalidades virtuales no supuso un fácil desafío, aunque hubo, también, algunas ventajas. “Que sean virtuales nos permitió ampliar el campo de científicxs invitadxs a las conferencias y simposios. Tuvimos científicxs de primer nivel que, tal vez por agendas complicadas o costos de viajes, no hubieran podido venir a una reunión presencial. Y también funciona para el otro lado: la virtualidad ayudó a mostrar a un público más amplio el trabajo de científicxs locales”, describe Ojea Ramos.
“El Congreso, además de lo estrictamente académico, tiene actividades sociales que me parecen completamente valiosas, ya que nos permiten construir un sentido de comunidad y camaradería que considero fundamental para nuestra sociedad, sobre todo para el colectivo de estudiantes. Y, si bien una podría pensar que en modalidad virtual estas discusiones y reuniones sociales también pueden darse perfectamente, en estos últimos dos años, hemos experimentado que las pantallas de por medio suponen una barrera muy grande para la fluidez de las interacciones”, suma Fernández Chiappe.
Más allá de estos aspectos, la becaria considera que la SAN “pudo hacer dos congresos virtuales que funcionaron muy bien, llenos de actividades muy interesantes para lxs socixs, y siempre intentando que todxs podamos compartir nuestro trabajo de la manera más eficiente e inclusiva posible”.
Ojea Ramos, por su parte, analiza que, de cara al futuro, se pueden pensar reuniones híbridas, manteniendo algún componente del aspecto virtual. “Una modalidad así permitiría que, aquellos que por diferentes razones no se puedan acercar al Congreso, igualmente participen de la reunión, hecho que contribuye con la federalización de la SAN. Se solucionarían los problemas de interacción y socialización por el componente presencial, y ofrecería las ventajas de las reuniones virtuales, como menores costos de logística y viaje, posibilidad de tener investigadores extranjeros, etc.”, propone.
Interactuar para crecer
En estos dos últimos años, el aspecto virtual no frenó ni disminuyó la participación de los socios y socias. De hecho, se podría decir que fue todo lo contrario. “Las asambleas que se realizaron en 2020 y 2021 tuvieron una convocatoria sin precedente, con muchísima participación de socixs de todo el país y todas las etapas de la carrera. Sumado a todo el trabajo realizado, las comisiones organizadoras incorporaron, además, estudiantes que hicieron aportes muy importantes en la organización de ambos congresos virtuales”, comenta Fernández Chiappe.
La existencia de esta y otras comisiones, agrega la becaria, “suponen una buena iniciativa para la construcción de una SAN con mayor solidez a la hora de tomar acciones o llevar adelante iniciativas, tanto para lxs socixs, como también para la comunidad científica y el público en general”. “En la asamblea de este año, tuve oportunidad de escuchar sobre todas las iniciativas y trabajos que las comisiones estuvieron realizando, que me parecieron valiosísimos y que pienso que definitivamente se beneficiarían de una mayor interacción entre ellas. Creo que todavía tenemos mucho trabajo que hacer en ese aspecto, y es uno de los principales objetivos de esta nueva comisión directiva que integro”, subraya.
“Sería muy difícil emprender todo el trabajo que se realizó desde la SAN estos últimos años sin el aporte de las Comisiones- destaca, por su parte, Ojea Ramos-. Estas son un lugar donde lxs miembrxs de la SAN pueden participar activamente desde el lugar que más les interese, porque hay comisiones orientadas a gestar actividades de divulgación científica, la organización de seminarios mensuales, la planificación de cursos, entre otras”.
La importancia de estas comisiones, sostiene el becario, ayudan a representar los intereses de los socios y socias, para que la SAN tome un lugar más activo a través de las actividades que se organizan. “Todo este trabajo sería imposible que lo lleven a cabo solo lxs miembrxs de la Comisión Directiva, por eso el aporte de lxs voluntarixs que integran las comisiones de trabajo le agrega muchísimo valor a la SAN”, concluye.
* Por pedido expreso de las personas entrevistadas, sus declaraciones fueron incluidas con el lenguaje inclusivo.